sábado, 24 de marzo de 2012

La increíble historia del sonambulista ilusionado

Hola. Te lo digo a ti que lees esto. Hace algún tiempo que no escribo, pero no te voy a aburrir contándote mi vida. ¿Qué iba a escribir yo? Ya no me acuerdo, pero sería una tontería sin importancia. Debería seguir escribiendo las historias del Sonambulista. Estoy pensandolo seriamente. Y que conste que cualquier parecido con la realidad es simple coincidencia. Bueno, voy a intentarlo.

El sonambulista se despertó. Esta vez se arriesgó mucho, intento subir más alto, sin protecciones sin barra, tenía la ilusión de que no se iba a caer. Hasta que puso el primer pie en la cuerda. Fue entonces cuando se dio cuenta de que todo podía salir mal, de que podía caer, pero aún así siguió avanzando, una vez arriba no puedes hacer nada más. Y pasó lo que tenía que pasar, lo que todos estaban esperando. Cayó desde gran altura y el tiempo que tardó en caer se le hizo infinito. Simplemente caía y caía. Le cogió el gusto a caer. No intentó volar, creía que no podía. Y al final el infinito se acabó. Chocó contra el suelo y no sintió nada. Sabía que lo que le dolería después no sería el golpe sino la caída.

Lo primero que vio fue el techo, estaba tumbado, nada le dolía, hasta que miró la cuerda. Entonces es cuando le empezó a doler. Había vuelto a caer y ahora se daba cuenta. Sabía que iba a caer, pero eso no hacía que doliera menos. Sabía que ese era su trabajo, y que lo hacía porque quería, nunca se arrepentiría de nada. Sabe que no hay que arrepentirse de nada que hagas porque quieres.

-El mundo no es perfecto- le oyeron decir.

Y volvió a subir, aún más alto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario