lunes, 26 de marzo de 2012

Ácido

Cuando la fría hoja de metal abrió su carne no sintió nada. Ni un dolor sordo, ni una tajo seco. Nada.
Bajó la mirada y contemplo cómo la sangre empezaba a manar de la fina línea de color rojo brillante que había aparecido en su abdomen, a la altura del estómago. Vio cómo empezaba a deslizarse y a escurrirse, tiñendo de rojo su piel. Fue entonces cuando alzó la vista, fijándola en la enorme figura, alta y de brazos tan regios como podrían haber sido dos ramas de un roble, que sostenía en sus manos un cuchillo manchado de sangre. La misma sangre que resbalaba por su abdomen. Alargó una mano hacia él y entrecerró los ojos, haciendo un esfuerzo para intentar poner en orden sus pensamientos y poder comprender cómo había acabado así.
Notó cómo sus labios hacían el ademán de curvarse, intentando dar rienda suelta a la idea que había dominado su cabeza desde que todo esta locura comenzase. "¿Por qué?" Sin embargo no llegó a despegarlos. Repentinamente perdió todo el interés que esa cuestión le suscitaba.
Sentía como la vida se le escapaba poco a poco, cómo fluía hacia afuera, de la misma forma que el ácido de su estómago se derramaba a través de la herida, abrasando la carne de alrededor a su paso.
¿Cómo podía estar sucediendo esto?¿Cómo era posible que, mientras se desangraba y notaba como la presión de sus arterias disminuía y sus músculos iban perdiendo tensión, no le importase? Ni siquiera se le pasó por la cabeza preguntarse el por qué de ese desinterés, simplemente lo aceptó.
No estaba sucediendo nada, ningún pase de diapositivas que resumiese su vida en un par de segundos, ninguna certeza abrumadora, ninguna revelación ni ninguna luz al final del túnel; claro que tampoco le importó.
Se sintió vacío y despreocupado, de la forma en que sólo puede sentirse alguien que sabe que no queda más, que todo está hecho y qué, ahora sí, no se puede cambiar nada.
Extrañamente, ese vacío trajo una sonrisa a sus labios. Todo estaba hecho y no había vuelta de hoja. Nada de lo que arrepentirse a estas alturas. Ni siquiera estaba teniendo que aceptar su muerte, ya que ella se estaba imponiendo brutalmente. No le quedaba más que dejarse caer, y lo hizo. Se escurrió contra la pared y se dejó resbalar hasta el suelo. Todo ello sin dejar de mirar lo fríos ojos verdes y amarillos de su verdugo. Esos extraños ojos podrían haber conseguido llamarle la atención en algún otro momento, pero no ahora, total, estaba muriéndose.
Aún con la sonrisa en el rostro, un último pensamiento le vino a la mente. Irónico, como todos lo que cierran una etapa, resumiendo la sarta de idioteces que nos guían a acabarlas. "Al final he conseguido dejar de pensar"
Sonrió aún más y dejó el cuerpo inerte, mientras notaba como su corazón luchaba desesperadamente por seguir latiendo. Bum, bum, bum. Cada vez más débil, cada vez más espaciados ... Bum ... bum. Dos .. uno ... no había más. Espiró y cerró pesadamente los párpados, mientras todo a su alrededor se iba tornando de un hermoso y extraño color dorado.

Somodgy

1 comentario:

  1. helada se atasca la sangre en mis venas trás la lectura.
    Enhorabuena pet

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