lunes, 17 de diciembre de 2012

La casa


Llegó un día. Se presentó en su vida sin pedir permiso. En verdad no tenía que pedir permiso, ya que fue invitado, pero nunca está de más pedir permiso y limpiarse en el felpudo antes de entrar. La casa estaba llena de habitaciones, algunas eran geniales, contenían las cosas más sorprendentes y bellas, pero también las más oscuras y horribles, sitios donde nunca querrías entrar o en los que, una vez dentro, apenas podías huir.

Vista desde fuera la casa era curiosa. Sus ventanas parecían ojos que te miraban al entrar, hasta quedarse bizcos. Tenía dos puertas, la principal y una que llevaba a la cocina. Nunca llegó a entrar por la puerta principal, esa solo era para ocasiones especiales, pero claro, su llegada nunca era una ocasión especial.

Cuando estaba dentro la casa se llenaba de ruido, de sonido, la casa estaba llena. Se oían carcajadas, conversaciones a gritos... El silencio quedaba en segundo plano. Cuando salía la casa parecía silenciarse, vaciarse de alguna extraña forma. Pasaba poco tiempo fuera de la casa, solo el necesario, no quería que el silencio se acomodara. No podía permitirlo.

Pero poco a poco aún estando dentro el silencio se iba adueñando del lugar, las habitaciones se vaciaban, los pasillos se oscurecían, la cocina se enfriaba. Las risas sonaban huecas y las conversaciones estaban roncas. Las ventanas no te miraban al entrar ni al salir. El silencio y el vacío empezaba a ser contagioso. Y después del silencio venía el ruido, pero no un ruido acogedor, sino esa clase de ruido que te hace temblar por dentro y desear esconderte lo más rápido posible para que no te alcance.

¿Qué otra cosa podía hacer? La puerta principal se abrió. Parece que esta era una ocasión especial. Se paró en el umbral, mirando cada una de las esquinas de la habitación antes de coger su paraguas. Solo tenía que dar un paso. Y lo dio.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Uno de los videoclips más emotivos que he visto en mi vida, me ha llegado al corazón. Que pena que no lo viera antes.

domingo, 2 de diciembre de 2012

¿Tienes que ser tu?


Uno va con tantas ganas que a veces conoce a una persona y a los dos días de conocerla se dice a uno mismo: “Tienes que ser tu, tienes que ser tu, va a estar bien. Te van a gustar las mismas pelis que a mi, vas a conectar con todas mis neuras, yo no me voy a poner nervioso con las tuyas.” Al final a veces no lo es.

Aunque lo vaya a romper justo después de empezar, hoy lo necesito. Tienes que ser tú, tienes que ser tú... Aunque lo vaya a joder poco después de empezar, te juro que hoy lo necesito. Tienes que ser tú.