sábado, 28 de abril de 2012

Manual para los tristes

Cada día era igual que el anterior. Levantarse triste, desayunar triste y todo igual; hasta aquel momento. De repente te girabas, sin motivo alguno y todo dejaba de existir. La tristeza, la apatía, la soledad. Solo quedaba tu sonrisa, a veces solo con los ojos, a veces con los labios. Solo por eso valía la pena. Aunque te escondieras tras el brazo. Aunque estuvieras riéndote de mi. Aunque todo fuera una broma tuya. Pero me daba igual. Seguramente no significara nada para ti, pero era mucho para mi. En aquel momento por fin era feliz. Y quería seguir siéndolo. Ojalá. Y aquí estoy, sobre la cuerda, por una simple sonrisa. Pero aún así no se como realmente eres. Me sorprendes cada vez que te veo.

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